miércoles, 28 de mayo de 2025

Disciplina Positiva: Educar con Amabilidad y Firmeza


 V. Completa. Disciplina Positiva: educar con amabilidad y firmeza 

Marisa Moya, maestra y psicóloga (“V. Completa. Disciplina Positiva: educar con amabilidad y firmeza ...”)



La Disciplina Positiva es un enfoque educativo que busca enseñar a los niños habilidades para la vida a través de la conexión, el respeto mutuo y la colaboración. (“Disciplina Positiva en Niños: 16 Claves por Edades - PEREDA”) Marisa Moya, maestra y psicóloga, es una de los principales referentes en el ámbito hispanohablante de esta metodología. 

Educar con amabilidad y firmeza significa establecer límites claros y consistentes sin recurrir al castigo ni a la permisividad. Se trata de acompañar al niño en su desarrollo, comprendiendo sus necesidades emocionales, validando sus sentimientos y enseñando desde el ejemplo. 

Este modelo parte del respeto mutuo y de la creencia de que todo comportamiento tiene un propósito. En vez de centrarse en las consecuencias del mal comportamiento, la Disciplina Positiva promueve entender las causas subyacentes y desarrollar soluciones respetuosas y efectivas. 

La labor de Marisa Moya ha sido fundamental para adaptar y difundir estos principios en el contexto educativo y familiar. Su trabajo inspira a docentes, padres y profesionales a educar desde el cariño, la coherencia y la responsabilidad compartida, fomentando entornos donde los niños se sientan conectados, valorados y capaces. 

La Importancia de las Relaciones Positivas en el Ambiente de Aprendizaje

 

La Importancia de las Relaciones Positivas en el Ambiente de Aprendizaje

 Las relaciones positivas en el ambiente de aprendizaje son fundamentales para el desarrollo integral de los niños. Cuando los educadores establecemos vínculos afectivos, respetuosos y coherentes con nuestros estudiantes, se genera un entorno seguro en el cual los niños pueden crecer, explorar y aprender con confianza.​




Establecer relaciones positivas permite a los niños sentirse aceptados, comprendidos y valorados. Esto promueve el desarrollo de su autoestima, autonomía, habilidades sociales y emocionales. Un niño que se siente seguro emocionalmente está más dispuesto a participar, expresarse, asumir retos y relacionarse con otros.​


Además, las relaciones cálidas y respetuosas también favorecen el manejo del comportamiento. Cuando los niños se sienten conectados con sus maestros, tienen menos necesidad de llamar la atención de manera negativa. Se comportan de forma más cooperativa y son más receptivos a los límites y normas, porque saben que provienen de un adulto que se preocupa genuinamente por ellos. En cambio, la falta de conexión emocional puede generar inseguridad, desmotivación y comportamientos desafiantes.​


Estas relaciones también son un modelo para los niños. Observan cómo el adulto se comunica, cómo resuelve conflictos, cómo escucha y muestra empatía, y aprenden a hacer lo mismo con sus pares. Por eso, el clima emocional que se construye en el aula es tan importante como cualquier contenido curricular.​

Las relaciones positivas entre educadores y niños no solo crean un ambiente más agradable, sino que también favorecen el desarrollo emocional, social y conductual, siendo la base sobre la cual se construye el aprendizaje significativo y duradero.